Horta de San Joan |
Horta de San Joan se encuentra dominando un paisaje donde las peñas de Benet y la Sierra de Santa Bárbara destacan por la singularidad de su relieve. Pertenece a la comarca de la Terra Alta, al sur de Cataluña, es una de las grandes joyas ocultas y todavía desconocidas de nuestro país. Una gran reserva forestal que comparten tres comunidades autónomas (Comunidad Valenciana, Aragón y Cataluña, quien posee las 3/4 partes de este territorio) y que conforman el Parque Natural de Los Puertos, reserva de la biosfera y hábitat natural y enclave estratégico de uno de los emblemas de la fauna ibérica, la cabra hispánica.
Pues bien, en este lugar tan singular e idílico, compartimos unos maravillosos días de "paz y confort" con la familia Miralles, quienes llevan ya cuatro décadas apostando por el valor turístico y gastronómico de esta región con dos de sus hoteles: Hotel Miralles (www.hotelmiralles.com) y Hotel Capçades (www.hotellescapcades.com). Fuimos invitados por la familia Miralles y por iniciativa de la empresa Digital Marketing SMM, de la mano de Èlia Guardiola, a pasar
unos días para disfrutar y conocer este enclave tan particular.
Hotel Capçades |
Hotel Miralles |
Nos
hospedamos en el Hotel Les Capçades, una antigua y lujosa vivienda de un pintor Suizo que se estableció
en esta comarca a mediados de los años 70 y que hoy se encuentra reformada y
adaptada para los huéspedes. Las habitaciones son muy amplias y confortables, de
decoración y corte actual pero sin perder el toque rústico que dan sus gruesas paredes
de piedra y sus rincones que hablan por si solos.
Disponen de un baño
enorme rematado con jacuzzi y bien equipado con “amenities” (productos de
acogida) de calidad extra, y una
preciosa terraza para poder disfrutar del silencio que la naturaleza te regala
en este paraje con forma de canción.
Descansar,
respirar, sentir, son los tres lemas que podemos leer en el hueco grabado sobre
en una teja cuando apenas hemos puesto pie en esta tierra…, damos fe de que son
los verbos que mejor definen la filosofía de este lugar.
Desde
el primer momento fuimos atendidos personalmente por Ana, brazo derecho de su
padre, Salvador Miralles, empresario fundador de todo el negocio. Ana es una
apasionada de su profesión y una gran conocedora del mundo del vino, no solo
ejerce de directora del hotel sino que también nos sirvió la cena, es una excelente sommelier y jefa de sala, además de ser una
persona cercana, atenta y muy profesional. Vive el negocio y lo lleva en la
sangre. Ha heredado de su padre la pasión
por su trabajo, algo que se percibe desde el primer instante y que te contagia
con su magia.
La
primera jornada amaneció luminosa, con una atmósfera donde el paisaje sereno te
sorprende con la primera luz de la mañana. Salvador Miralles nos recogió a
primera hora, él hizo de guía-cicerone en todo momento, la pasión por su pueblo,
su historia y su entorno le sale por los cuatro costados.
En menos de 5 minutos
estábamos ya en el campo rodeados de más de cien cabezas de "Cabra Blanca", especie en peligro de extinción, a la
que Salvador ha dedicado más de media vida. Su hermano era el pastor y ante nuestra
mirada atónita su perro pastor “el rubio” recogía el ganado desperdigado por la
pradera, convirtiéndolo en un rebaño ordenado en apenas pasados 2 minutos desde
que el pastor le había silbado la orden.
Tras
este primer contacto con la naturaleza Salvador nos enseñó Horta de San Joan.
Un pequeño pueblo de marcado carácter medieval cargado de historia y secretos
que Salvador nos fue desvelando a medida que nos adentrábamos en sus estrechas
callejuelas.
Su plaza porticada, la iglesia gótica o la bajada de los
Templarios son huella de la alcurnia de este lugar aunque sin lugar a dudas su
historia quedará marcada para los restos
por la estancia de un joven Picasso, quien buscó en este rincón el aire puro
que su sangre, convaleciente, necesitaba tras superar la escarlatina. El paso del pintor por el pueblo ha marcado su historia, la
construcción del Centro Picasso de Horta alberga un museo que recoge reproducida
la obra que el genio desarrolló las dos temporadas que estuvo aquí. El pueblo y
este centro son, sin lugar a dudas, lugar de peregrinaje obligado para los
amantes de la pintura del genio malagueño.
Horta
cuenta además con otro museo que pudimos visitar, el Ecomuseu dels Ports, un lugar
donde se recoge y explican los recursos naturales, ecológicos y sociales de
este singular territorio; espacio donde además de toda esta información se
puede disfrutar de una proyección de vídeo sobre la riqueza natural en estado
puro, el mayor valor de esta comarca.
Sin
apenas darnos cuenta, se nos había hecho la hora del aperitivo así que para abrir boca, Salvador nos invitó a uno de los bares del
pueblo a catar un vermut de los que ya no se encuentran; aromas y sabores que vuelven
al paladar y que solo se pueden disfrutar en lugares como éste, algo que merece
la pena experimentar. Mientras tanto la comida nos esperaba en el Hotel Miralles. Un sorprendente menú casi monográfico a base de cabra
que tenía desde carpaccios a quesos y que acababa con carne de Crestó, nombre
que recibe el cabrito capado de la especie de "Cabra Blanca". Esta raza se cría
en estado semisalvaje y Salvador la ha salvado de su extinción y hoy la conserva con mimo en sus campos; un animal
que se alimenta exclusivamente del pasto, mas natural imposible.
A destacar por
su exquisito sabor, el chorizo de cabra y el plato del Crestó en escabeche que reproduce
una receta medieval, probablemente una de las más antiguas que se conservan.
Choricitos de cabra |
Tras
reponer fuerzas, gracias al generoso menú y una reparadora siesta, emprendimos
una nueva excursión, en este caso en bicicleta, por la Vía Verde, un perfecto y
cuidado itinerario de 24 km que transcurre por el Valle de Zafán con suave
pendiente hacia abajo siguiendo la ruta de la
antigua vía de tren que conectaba Alcañiz con Tortosa a su paso por
Horta.
El
paseo es un auténtico deleite que permite disfrutar de una combinación de paisaje
de sierra y huerta que transcurre cruzando una espectacular sucesión de túneles
y puentes ¡el de l’Arc tiene 8 ojos! que de forma paralela al río Canaleta
atraviesa la sierra de Pándols hasta llegar al balneario de Fontcalda. Allí
pudimos tomar un refrescante baño en aguas que sabían a gloria que tras el
ejercicio ciclo turístico nos dejó como nuevos.
Imagen via deandar.com |
El
día había sido toda una experiencia para los sentidos y un enorme
descubrimiento de este paraíso para nosotros, pero todavía quedaba una última
sorpresa con la cena del Hotel. LesCapçades no sólo es un hotel rural de lujo, además
tiene un restaurante con una cocina actual basada en la materia prima próxima
que se presenta bien hilvanada en un menú equilibrado.
Carpaccio de cabrito del país |
Protagonistas son por su
suavidad, el chupa-chups de codorniz con coulis de tomate y berenjena servido
en copa de cóctel y por su ternura y
punto exacto las costillas de cordero con
costra de hierbas aromáticas. Un menú con guiños de fusión que combina además
con otros platos notables como el atún del Mediterráneo con jengibre, menta y caviar cítrico, o el
corballo (pescado blanco) con chutney de
mango y gelatina de limón.
Chupa-chups de codorniz escabechada con coulis de tomate y berengena |
Atún del Mediterráneo con jengibre, menta y caviar cítrico Huerto Gourmet |
Cena
maridada con una selección que nos preparó cuidadosamente Ana Miralles a base de
jóvenes caldos del país de última generación con una sorpresa notable en el
Clos d’encís del 2012, un blanco elaborado a base de uvas tintas que acompañó
el plato del corballo.
Punto
y a parte merece el postre que fue una excelente mousse de queso de cabra con
salsa de naranja y finísimo helado de romero q remataba con broche de oro la
espectacular cena de un día memorable.
La segunda jornada de nuestra estancia estuvo dedicada a sumergirnos de lleno en
el corazón de la naturaleza que nos rodeaba. Salvador Miralles nos llevó a
conocer la Franqueta, una zona de encinares y bosques de pino negro con
barrancos profundos que se divisa bien desde el parque homenaje a los cinco bomberos
que perdieron la vida en el trágico incendio que padeció esta comarca en el año
2009.
Adentrados
ya en el área de la Franqueta visitamos la Masía de Quiquet, estancia de
Picasso y último lugar habitado por las gentes que en tiempos vivían únicamente
de los recursos naturales que daba: río, huerta, bosque y montaña (ganado, maderas,
carbón e incluso mármol). Esta masía está rodeada de encinas centenarias y un
lugar de interpretación del poblado humano del Port a lo largo de los siglos
que dejan huella.
La Franqueta _Horta de Sant Joan. Imagen via catalunyamedieval.es |
Salvador
nos dejó en la parte alta del río Estrets para reencontrarnos con él tras bajar
por los senderos que acompañan su curso disfrutando de un paisaje de fondo de
valle salpicado con pequeños remansos y charcas donde la gente acude a
refrescarse, algo que también nos esperaba
a nosotros al final de la mañana en las Ollas al Azud (valle del Bot), un
lugar popular lo mas parecido a un SPA natural.
Para
rematar la mañana volvimos al Hotel Miralles, en este día nos recibió la mujer de Salvador – no
recuerdo su nombre- pero jamás se me olvidarán la generosidad, la cercanía y la
amabilidad de su mirada. Ella junto con su hija Ana cuidaron de que nuestro servicio
fuera de cinco estrellas. Allí nos esperaba un menú de cocina popular que
empezó con unas llesquetas (entrada a base de tostas de atún mayonesa y huevo
duro). Siguió con unas sorprendentes y jugosas chuletitas de conejo rebozadas
en miel y antes del plato principal todavía catamos unas croquetas de jamón y
un excelente pulpo a la brasa con espuma de patata y ravioli de alioli.
Croquetas de jamón con salsa barbacoa casera |
El
plato principal fue una suculenta paleta de cabrito de cabra blanca que
literalmente se nos deshizo en la boca y es que este animal es realmente
singular por la nobleza del sabor de su carne criada de forma natural.
Paletilla de cabrito a baja temperatura |
El menú
acabó con una leche frita con cranquinyols, ¡sublime!
Leche frita y craquinyols |
La
tarde la dedicamos a visitar relajadamente un árbol monumental próximo al
pueblo, “Lo Parot”, un olivo bimilenario
de mas de 12 metros de perímetro de tronco que nos dejó boquiabiertos
por su majestuosidad. Sus ramas, su tronco, sus frutos, todo el hacían que
resonaran en mi palabras como experiencia, sabiduría, pasión y sobre todo
fuerza. Acariciarlo fue maravilloso, una sensación inolvidable.
El
paseo vespertino lo cerramos de manera desenfadada visitando la colección
particular de cencerros (más de 200 distintos) que Salvador ha recopilado
durante mas de 40 años, hacerlos sonar a la vez y ver la cara de felicidad de
Salvador fue increíble, y es que con ejemplos de este tipo es cuando te das
cuenta de que las cosas más sencillas son las que más felicidad te pueden dar.
Su cara lo decía todo, era la felicidad personificada.
Horta
de San Joan tiene muchos más lugares con encanto y valor que no pudimos visitar
por falta de tiempo, este lugar y la familia Miralles nos han llegado al
corazón, por todo ello, el desplazarnos hasta allí mereció mucho la pena y
desde este pequeño escrito queremos agradecer todo el trabajo, hospitalidad y el excelente trato y acogida que
tuvieron con Huerto Gourmet. Gracias de corazón y hasta siempre.
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